Ese momento es indescriptible. El
momento exacto en el que, pese a la falta de oxígeno, tu cerebro formula la
idea: vas a morir. En ese instante te asolan cientos de emociones: miedo, dolor
y rabia, sobre todo rabia. Rabia por el tipo que está sujetando tu tráquea e
impidiendo que pase el aire a tus doloridos pulmones. Ese supuesto amigo que no
ha dudado ni un segundo a forzarte cuando estabas indefensa por los efectos de
la marihuana. Ese amigo que, hasta arriba de cristal, entrará en pánico cuando
dejes de luchar y respirar, y en su afectado estado conducirá con tu cuerpo
semidesnudo hasta el desfiladero y arrojará lo que queda de ti para olvidarte y
hacer que te olviden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario