viernes, 21 de diciembre de 2012
jueves, 20 de diciembre de 2012
Un día se levantó de la cama y decidió cambiar el mundo.
Empezaría por lo más básico, los niños. Les enseñaría a pensar y a soñar, a
trabajar duro y a no darse nunca por vencidos. Les explicó lo necesario del
equilibrio en la vida, la necesidad de disfrutar y soñar en la misma cantidad
que de trabajar y estudiar. Les mostró el amor inocente y desinteresado y,
sobre todo, les enseñó a confiar. Una vez acabó con ellos, continuó con los
jóvenes. A ellos les invitó a madurar, a tener iniciativa y ser fuertes, a
patear las piedras que se les pusieran en el camino y a superar cualquier clase
de obstáculos. Les enseñó lo que es amar con pasión y luchar hasta el final.
Les enseñó lo que es la traición y como sobrellevarla. A continuación, siguió con los adultos. A
ellos les enseñó moderación, templanza. Ejercitó su paciencia y lógica, y les
mostró en que luchas debían pelear y cuales debían dejar pasar. Les mostró cómo
disfrutar de la vida. Les enseñó lo que es el amor basado en la confianza y la
importancia del perdón. Y por último, terminó con los ancianos. A ellos les
enseñó a apreciar la vida vivida, a cuidar de sus familiares, aceptar los
nuevos tiempos y a preparar a las nuevas generaciones. Les enseñó lo que es el
amor eterno, a apreciar la belleza de la
vida efímera. A seguir descubriendo y nunca dejar escapar la pequeña llama de
la esperanza que todos llevamos dentro. A estar en paz con uno mismo y con el
mundo para, cuando llegará el momento,
partir sin recelos ni arrepentimientos. Cuando terminó, volvió a la cama
y se durmió con la sensación de haber aprovechado el día.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Últimamente me pregunto por mi futuro. Supongo que como todo
el mundo con mi edad. Esperan que elijamos, que tomemos la decisión y saltemos
al vacío. Pero, ¿soy yo la única a la que le da miedo que no se me abra el
paracaídas? Es una decisión que nos marcará, dictará el camino a seguir. Y si
nos equivocamos, podemos caer en un
campo de espinas o acabar aplastados
el pavimento mientras los demás aterrizan suavemente y sin un rasguño.
Es una decisión que sellará nuestro destino.
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