Puedo sentirte. Aún perdura en mi piel el roce de tus manos
y siento un cosquilleo cada vez que lo recuerdo. Si giro la cara, puedo oler tu aroma en las sábanas. Si cierro fuerte los ojos, puedo sentirte a mi lado,
imaginar que estás en la cama, a mi lado. Si, solamente no pienso nada, noto tus brazos a mí alrededor; escucho tu
voz en mi oído, susurrándome que me quieres, que no tienes miedo, que no te
arrepientes de nada. Poco a poco vas
desapareciendo y ruego por quedarme un poco más a tu lado, pero aún así me voy
despertando y voy descubriendo que no hay nadie a mi lado. Y cuando estás a
punto de desaparecer, susurras mi nombre y dices buenas noches. Entonces, abro
los ojos.
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