lunes, 27 de mayo de 2013

A veces me pregunto por qué nos gustan tanto los finales felices. Algunos dirán que es porque queremos que las historias acaben bien. Pero ahora digo yo, ¿Cuándo acaba algo? Una relación, por ejemplo, ¿Acaba cuando la chica consigue al amor de su vida? ¿Cuándo se casan? ¿Cuándo tienen a su primer hijo? ¿Realmente acaba alguna vez? Porque en mi opinión, eso de los finales felices es algo que nos vendieron de pequeños, ideas sobre el amor eterno y la pareja perfecta con las que nos llenaron la cabeza que realmente no existen. Porque los finales felices no existen. Podemos pasarnos la vida buscando, yendo detrás de ellos pero al final del camino nos quedamos solos. La muerte, el verdadero final, nos aparta de nuestros finales felices.
A veces me pregunto por qué nos gustan los finales felices, y he llegado a la conclusión de que es porque necesitamos llegar al final habiendo vivido cantidad de esos finales para que nuestra vida cobre sentido y podamos descansar sabiendo que la hemos aprovechado.

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