viernes, 13 de septiembre de 2013

A veces tengo tanto que decir que las palabras se me quedan atascadas en la garganta y no puedo hablar.

lunes, 24 de junio de 2013

Esos momentos en los que te apetece perderte en una isla desierta y caminar toda la noche a la orilla del mar, ensimismarte en tus reflexiones y alejarte de todo lo demás. Relajarte con el ir y venir de las olas mientras una brisa te alborota el pelo.

Ahora mismo necesito eso. Un lugar en el que poder aislarme y recomponerme un poco.

miércoles, 12 de junio de 2013

Todo el mundo tiene algún tipo de creencia, tiene fe en algo. Puedes tener firmes convicciones o no estar realmente seguro. Incluso los que no creen en nada tienen fe en que no existe nada. 
Yo, por ejemplo, creo en el karma y la reencarnación. Creo que todo el mundo tiene una especie de contador que va apuntando cada cosa que hacemos en una lista. Algunas acciones se contrarrestan. Otras no. Al final se contabilizan y te sale a pagar o a devolver, como con hacienda.
Así funciona el karma, más o menos. Y hay que pagar, puede que no en esta vida, pero en algún momento lo harás.
Ahora me dirás que eso es una tontería y que no crees en esas cosas y me parece una opinión de lo más respetable. Pero si tú tienes razón, no pierdo nada poniendo mi cuenta a cero, mientras que si yo llevo razón en tu próxima vida vas a tener que limpiar una cuenta que chorrea rojo. Te puedes quedar con tu cielo perfecto en el que no tienen cabida personas maravillosas por tener una orientación sexual "no natural" y en el que, sin embargo, puede entrar cualquier delincuente con suficiente dinero para pagar el perdón divino. Yo prefiero no arriesgarme a ser una babosa en mi próxima vida.

martes, 28 de mayo de 2013

Volver a empezar

Impotencia, dolor, esperanza, miedo... te llenan el corazón hasta terminar echando todo lo bueno que hay en él y dejando un profundo odio.
Esto es lo que hay al filo del abismo, y al caer se queda en... nada.Te sientes vacío. Esperas el impacto, pero éste no llega y caes más y más hondo, en una inmensa oscuridad. Y cuando por fin llega es más doloroso de lo que imaginaste. Y deseas que todo acabe, que llegue esa persona y te diga Ya pasó todo, estás a salvo mientras te saca de la mano de ese agujero por el que has caído. Pero nunca llega y eres tú el que tiene que alzar la cabeza con ojos llorosos y buscar el camino de baldosas amarillas, por el que lleva a casa, por el que una vez viniste, por el que quieres regresar pero no encuentras. Y lo único que puedes hacer es dar vueltas en la oscuridad para, con un poco de suerte, topar tú mismo con la salida e intentar volver a empezar.

lunes, 27 de mayo de 2013

Siempre he sido de confianza. De ese tipo de personas que les puedes contar cualquier cosa y estar seguro de que nadie se va a enterar. No me importa guardar secretos ajenos, pero los propios son más complicados. Hay secretos que te carcomen por dentro y sientes la necesidad de compartirlos con alguien. Pero no es tan fácil encontrar a alguien que te guarde un secreto sin contarlo. Porque. al final, todo el mundo habla. Es muy difícil encontrar al tipo de persona capaz de guardar bajo siete llaves los secretos de otros. Y hay veces que aunque los encuentras, algunas cosas no puedes confiárselas. Y son esos secretos que se mueren por salir los que  te queman por dentro hasta que o bien explotas y lo cuentas, o encuentras otras salida. La mía es escribirlo en un papelito y quemarlo. Guardo todas las cenizas en un tarro para recordarme que hay cosas que, por mucho que quieras contarlas, tienes que guardártelas para ti mismo.
A veces me pregunto por qué nos gustan tanto los finales felices. Algunos dirán que es porque queremos que las historias acaben bien. Pero ahora digo yo, ¿Cuándo acaba algo? Una relación, por ejemplo, ¿Acaba cuando la chica consigue al amor de su vida? ¿Cuándo se casan? ¿Cuándo tienen a su primer hijo? ¿Realmente acaba alguna vez? Porque en mi opinión, eso de los finales felices es algo que nos vendieron de pequeños, ideas sobre el amor eterno y la pareja perfecta con las que nos llenaron la cabeza que realmente no existen. Porque los finales felices no existen. Podemos pasarnos la vida buscando, yendo detrás de ellos pero al final del camino nos quedamos solos. La muerte, el verdadero final, nos aparta de nuestros finales felices.
A veces me pregunto por qué nos gustan los finales felices, y he llegado a la conclusión de que es porque necesitamos llegar al final habiendo vivido cantidad de esos finales para que nuestra vida cobre sentido y podamos descansar sabiendo que la hemos aprovechado.

miércoles, 22 de mayo de 2013


Lo siento no siempre es suficiente, quizás porque se utiliza muchas veces, como arma, como excusa. Pero cuando lo sentimos y lo utilizamos como es debido, cuando lo pensamos… cuando nuestras acciones dicen más que las palabras… cuando lo hacemos bien, lo siento es perfecto. Cuando lo hacemos bien, lo siento nos redime.