viernes, 27 de diciembre de 2013

"Feliz" navidad

Odio la navidad. Anuncios llenos de familias perfectas, reencuentros emotivos y felicidad por todas partes. Mi familia es lo opuesto a la perfección, no hay ningún reencuentro y la felicidad hace tiempo que se nos agotó. Sólo espero que llegue pronto el 6 de enero y se acaben estas malditas fiestas.

domingo, 22 de septiembre de 2013

viernes, 20 de septiembre de 2013

Quiero poder conocer a alguien con el poder de arrebatarme el alma con una mirada.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Nostalgia

Ese sentimiento que te asalta al ver fotografías, libros de texto lleno de garabatos, notas en el estuche… cada vez que pienso en todo lo que hemos pasado juntas me da nostalgia. Un vistazo al pasado y no quiero volver de esos recuerdos.  Tardes tiradas en un parque sin hacer nada más que hablar, veranos enteros jugando a las cartas, fiestas clandestinas en las que siempre acababa alguien mal. Sé que es mi momento de crecer y dejar atrás algunas cosas, pero mi corazón se queda anclado en esos recuerdos y no estoy segura de querer despegarlo. 

viernes, 13 de septiembre de 2013

Caminos distintos

No entiendo cómo puede ser que hayan cambiado tanto… o tan poco. Siento que soy una extraña, a pesar de estar entre amigos. Todo es igual que antes, pero yo ya no encajo como solía hacerlo. Quizá he crecido demasiado, quizá ellos no lo suficiente. Lo único de lo que estoy segura es de que no me voy a conformar con ser una pieza mal encajada en un grupo de extraños conocidos. Y aunque eso suponga dejar atrás algunos de los momentos más felices de mi juventud, quiero crecer. Estoy segura que en algún momento nuestros caminos volverán a cruzarse, pero en este momento se separan.
A veces tengo tanto que decir que las palabras se me quedan atascadas en la garganta y no puedo hablar.

lunes, 24 de junio de 2013

Esos momentos en los que te apetece perderte en una isla desierta y caminar toda la noche a la orilla del mar, ensimismarte en tus reflexiones y alejarte de todo lo demás. Relajarte con el ir y venir de las olas mientras una brisa te alborota el pelo.

Ahora mismo necesito eso. Un lugar en el que poder aislarme y recomponerme un poco.

miércoles, 12 de junio de 2013

Todo el mundo tiene algún tipo de creencia, tiene fe en algo. Puedes tener firmes convicciones o no estar realmente seguro. Incluso los que no creen en nada tienen fe en que no existe nada. 
Yo, por ejemplo, creo en el karma y la reencarnación. Creo que todo el mundo tiene una especie de contador que va apuntando cada cosa que hacemos en una lista. Algunas acciones se contrarrestan. Otras no. Al final se contabilizan y te sale a pagar o a devolver, como con hacienda.
Así funciona el karma, más o menos. Y hay que pagar, puede que no en esta vida, pero en algún momento lo harás.
Ahora me dirás que eso es una tontería y que no crees en esas cosas y me parece una opinión de lo más respetable. Pero si tú tienes razón, no pierdo nada poniendo mi cuenta a cero, mientras que si yo llevo razón en tu próxima vida vas a tener que limpiar una cuenta que chorrea rojo. Te puedes quedar con tu cielo perfecto en el que no tienen cabida personas maravillosas por tener una orientación sexual "no natural" y en el que, sin embargo, puede entrar cualquier delincuente con suficiente dinero para pagar el perdón divino. Yo prefiero no arriesgarme a ser una babosa en mi próxima vida.

martes, 28 de mayo de 2013

Volver a empezar

Impotencia, dolor, esperanza, miedo... te llenan el corazón hasta terminar echando todo lo bueno que hay en él y dejando un profundo odio.
Esto es lo que hay al filo del abismo, y al caer se queda en... nada.Te sientes vacío. Esperas el impacto, pero éste no llega y caes más y más hondo, en una inmensa oscuridad. Y cuando por fin llega es más doloroso de lo que imaginaste. Y deseas que todo acabe, que llegue esa persona y te diga Ya pasó todo, estás a salvo mientras te saca de la mano de ese agujero por el que has caído. Pero nunca llega y eres tú el que tiene que alzar la cabeza con ojos llorosos y buscar el camino de baldosas amarillas, por el que lleva a casa, por el que una vez viniste, por el que quieres regresar pero no encuentras. Y lo único que puedes hacer es dar vueltas en la oscuridad para, con un poco de suerte, topar tú mismo con la salida e intentar volver a empezar.

lunes, 27 de mayo de 2013

Siempre he sido de confianza. De ese tipo de personas que les puedes contar cualquier cosa y estar seguro de que nadie se va a enterar. No me importa guardar secretos ajenos, pero los propios son más complicados. Hay secretos que te carcomen por dentro y sientes la necesidad de compartirlos con alguien. Pero no es tan fácil encontrar a alguien que te guarde un secreto sin contarlo. Porque. al final, todo el mundo habla. Es muy difícil encontrar al tipo de persona capaz de guardar bajo siete llaves los secretos de otros. Y hay veces que aunque los encuentras, algunas cosas no puedes confiárselas. Y son esos secretos que se mueren por salir los que  te queman por dentro hasta que o bien explotas y lo cuentas, o encuentras otras salida. La mía es escribirlo en un papelito y quemarlo. Guardo todas las cenizas en un tarro para recordarme que hay cosas que, por mucho que quieras contarlas, tienes que guardártelas para ti mismo.
A veces me pregunto por qué nos gustan tanto los finales felices. Algunos dirán que es porque queremos que las historias acaben bien. Pero ahora digo yo, ¿Cuándo acaba algo? Una relación, por ejemplo, ¿Acaba cuando la chica consigue al amor de su vida? ¿Cuándo se casan? ¿Cuándo tienen a su primer hijo? ¿Realmente acaba alguna vez? Porque en mi opinión, eso de los finales felices es algo que nos vendieron de pequeños, ideas sobre el amor eterno y la pareja perfecta con las que nos llenaron la cabeza que realmente no existen. Porque los finales felices no existen. Podemos pasarnos la vida buscando, yendo detrás de ellos pero al final del camino nos quedamos solos. La muerte, el verdadero final, nos aparta de nuestros finales felices.
A veces me pregunto por qué nos gustan los finales felices, y he llegado a la conclusión de que es porque necesitamos llegar al final habiendo vivido cantidad de esos finales para que nuestra vida cobre sentido y podamos descansar sabiendo que la hemos aprovechado.

miércoles, 22 de mayo de 2013


Lo siento no siempre es suficiente, quizás porque se utiliza muchas veces, como arma, como excusa. Pero cuando lo sentimos y lo utilizamos como es debido, cuando lo pensamos… cuando nuestras acciones dicen más que las palabras… cuando lo hacemos bien, lo siento es perfecto. Cuando lo hacemos bien, lo siento nos redime.
Pensamientos macabros invaden mi mente

lunes, 15 de abril de 2013

Hablar animadamente mientras subes las escaleras. Resbalar. Entrar en pánico al oscilarte hacia atrás. Intentar agarrarte a lo que sea. Caer.

martes, 12 de marzo de 2013

La vida se reduce a una sucesión de muros: el que hay que saltar para acabar el instituto y aprobar la selectividad, el que hay que superar para entrar en la carrera que deseas, el que hay que sortear para terminar bien los estudios... Y el más importante: el que te separa a ti del mundo. Un muro que construyes a tu alrededor y ruegas que nadie salte porque fuera hay gente que te puede llegar a hacer mucho daño si lo superan. Pero ese muro no mantiene a los demás fuera, sino a ti dentro. 
La vida es una sucesión de muros y puedes pasarte la vida levantándolos o saltándolos. En algún momento tienes que decidirte  y, aunque hay algunos muros demasiado peligrosos para cruzarlos  si te aventuras a saltarlos, las vistas al otro lado son fantásticas.

martes, 15 de enero de 2013


Y ya no lo recordarás... el lugar pasará a la historia y quedará en un rinconcito de tu memoria.
Pero si algún día buscas entre los cacharros viejos de tus recuerdos, encontrarás cosas que quizás te parezcan interesantes.
O quizás no.
Si los desempolvas, en ésos, en los recuerdos más viejos, en los que más abajo y más olvidados estén, ahí lo encontrarás: la casa grande de la pared cubierta de hiedra, tan verde y espesa que no se distingue el color de la pintura, la mansión que está entre los matorrales; en el salón blanco, el que da al jardín del árbol viejo, junto a la gran ventana junto a la gran chimenea, en el hueco de los zapatos, justo debajo de la escalera de caracol.

Escrito por Irene
En la vida llega un momento en el que te conviertes en adulto. Tienes edad para votar, para beber y para otras cosas de adultos. De pronto esperan que seas responsable: “Sé adulto”. Crecemos, nos hacemos mayores, ¿pero alguna vez somos adultos del todo? En ciertos aspectos crecemos: Creamos una familia, nos casamos, nos divorciamos… Pero la mayoría de veces, seguimos teniendo los mismos problemas que cuando teníamos 15 años. Por mucho que crezcamos y nos hagamos mayores, seguimos tropezando. Siempre dudando. Eternamente jóvenes...

viernes, 11 de enero de 2013

Él


¿Puedes escucharme?  ¿Puedes sentirme? Sabes que no me puedo quedar mucho tiempo. Todo lo que quería decirte es que te quiero y que no tengo miedo, que no me arrepiento de nada, que te siento segura entre mis brazos y que guardo todos nuestros recuerdos juntos dentro de mí. Sé que me escuchas porque  estás llorando. Voy desapareciendo  y ruegas porque tus sueños te dejen ahí, conmigo. Pero aun así vas despertando y descubriendo la verdad, que no hay nadie a tu lado. Y cuando estoy a punto de desaparecer, susurro tu nombre y te deseo buenas noches. Entonces, abres los ojos.

Ella


Puedo sentirte. Aún perdura en mi piel el roce de tus manos y siento un cosquilleo cada vez que lo recuerdo. Si giro la cara, puedo oler tu aroma en las sábanas. Si cierro fuerte los ojos, puedo sentirte a mi lado, imaginar que estás en la cama, a mi lado.  Si, solamente no pienso nada,  noto tus brazos a mí alrededor; escucho tu voz en mi oído, susurrándome que me quieres, que no tienes miedo, que no te arrepientes de nada.  Poco a poco vas desapareciendo y ruego por quedarme un poco más a tu lado, pero aún así me voy despertando y voy descubriendo que no hay nadie a mi lado. Y cuando estás a punto de desaparecer, susurras mi nombre y dices buenas noches. Entonces, abro los ojos.
Mi musa: la soledad